La niñez es la etapa que se reconoce como la más importante, pues en ella eres un ser desinhibido que guía su vida desde el PRINCIPIO BÁSICO del LIBRE ALBEDRÍO, la exploración y la creatividad por medio de la curiosidad.
Los niños ríen y gozan con los más simple, se alegran por vivir la experiencia más sutil, se conectan amorosamente con las personas que los rodean, aman los recursos de la tierra, la cuidan, la exploran y la toman para recargarse. Los niños agradecen toda oportunidad vivida por medio de sus comportamientos de soberanía, compasión y humildad; no hacen juicios de valor ni critican las circunstancias, simplemente las aceptan tal cual son, y aun, si han caído, se levantan llorosos y heridos con la fuerza suficiente para continuar con su rumbo, porque los niños viven la vida como si fuera una aventura sin fin, sin límites y sin precedentes.
¿Y cómo hago para rescatar a ese niño?
Primero, debes saber que ERES ese niño. Empieza por tomar la decisión de creerlo, de poner una intención y manifestar que tú eres merecedor de alegría y libertad, que eres amor incondicional.
Segundo, todos los seres humanos tenemos un niño interior que nos complace cuando queremos salir de nuestra rutina habitual. Normalmente, este aparece cuando disfrutamos nuestros pasatiempos, confiamos en otros plenamente, en nuestras decisiones rápidas, en esa capacidad “extraña” de perdonar y soltar situaciones que nos han producido estrés, también cuando sentimos miedo a que nos abandonen o miedos en general, pues estos nos sirven para conectarnos con nosotros mismos.